Por: Gustavo Torres Herrera
El planteamiento inoportuno de reforma tributaria presentada por el gobierno Duque requiere una estrategia diferente.
La insistencia del Presidente Duque en mantener su proyecto tributario que nació moribundo, y la negativa tardía a retirarlo, pudo haber evitado costo de vidas, riesgo y daños en salud, así como abonar el terreno que utilizan los vándalos durante las sentidas protestas ciudadanas.
Se necesitan realmente 10 billones y el Gobierno pretendía 32 que después empezó como en un mercado persa a reducir su pretensión. Como la suma perseguida en términos prácticos, será para el próximo gobierno y tiene asegurado los de su periodo, lo que debe es abanderar con su ejemplo esa grieta social que provoca con gastos innecesarios, establecer una lucha real contra el despilfarro y la corrupción, dar respuesta efectiva y de mayor cobertura a los menos favorecidos, enfrentar la pobreza y desigualdad, llegar a los vulnerables eficientemente y no por la vanidad de la foto gubernamental o política, propiciar y liderar estrategias económicas y sociales para enfrentar la inequidad ciudadana, alimentar la inversión como respuesta clara a la coyuntura del momento y controlar eficientemente el gasto público.
Tarea nada fácil pero no imposible en este momento, cuando han sido varios los desaciertos del gobierno de turno, se avecina la campaña presidencial con sus actores y sonajeros, y que durante unos buenos años nos veremos abocados a enfrentar las consecuencias de una economía resquebrajada por los coletazos naturales del virus de la muerte que afectó la economía.
Replantear las exenciones tributarias, cargas fiscales en cabeza de los grandes capitales, resultados concretos en la lucha contra el contrabando, lineamientos efectivos contra la evasión y la elusion estarán en la palestra del acuerdo que se pretende con los diferentes sectores sociales y empresariales, gremios, sindicatos, partidos politicos y fuerzas vivas ciudadanas.
Hoy más que nunca se necesita de un verdadero liderazgo que con acierto conduzca y de respuesta a los diferentes anhelos de la ciudadania cansada de su lucha para sobrevivir, de sectores económicos golpeados, de la lucha por la salud que con sus cifras colapsa mientras subsiste falta de responsabilidad ciudadana frente a la pandemia por parte de tantos a quienes por suerte no los ha afectado.
Lo que quedó demostrado es que cuando se toca las fibras sensibles el pueblo marcha, hace eco y rechaza, sin que se pueda confundir su protesta con esos actos vándalicos con los que tampoco está de acuerdo, y que las autoridades deben necesariamente enfrentar, pero donde lamentablemente tampoco resulta: extraño que en esos desmanes de los vándalos así como caen inocentes se presenten también excesos de la fuerza pública.
¿Donde está el liderazgo que tanto necesitamos?