«La motivación es el arte de hacer que los empleados hagan lo que tú quieres que hagan porque ellos quieren hacerlo”. Dwight D. Eisenhower¿Y si te dijera que existe un método para que los demás hagan lo que quieras sin tener que convencerles?Un método tan efectivo como simple. Y lo más importante: totalmente legal.Charles Schwab era el jefe de una fábrica cuyo personal no alcanzaba los objetivos diarios. Una noche, ya preocupado, fue a preguntarle a sus directivos para analizar la situación: – ¿Cómo es que el equipo no rinde lo que debe? ¿Qué ha pasado? – Sinceramente, no lo sabemos – respondieron. “Les hemos pedido que trabajen más, lo hemos hecho nosotros para dar ejemplo, les hemos regañado, amenazado con el despido,… Y nada. Nada funciona, simplemente no producen más.” Schwab se quedó unos segundos pensando, buscando en su interior. Y después, sorprendiendo a todos ellos, contestó: – Está bien, deme un trozo de tiza. ¿Cuánto ha producido el turno de día hoy? Acto seguido, dibujó un gran número 6 en el suelo y se alejó. Cuando llegó el turno de noche y preguntaron, el director al mando se lo explicó: – El gran jefe estuvo aquí hoy. Preguntó cuánto habíamos logrado producir durante la tarde, dibujó el número en el suelo y se marchó. A la mañana siguiente los obreros de día volvieron a la fábrica, pero en lugar de su 6 encontraron un gran 7 dibujado en el suelo. Así que los de noche creían que eran mejores, ¿eh? Se iban a enterar. Ese día se pusieron a trabajar con entusiasmo hasta lograr producir 10, y poco a poco, la fábrica con peor rendimiento superó a todas las demás. ¿Cuál fue el gran método de Schwab para aumentar el rendimiento? Retar a sus trabajadores. Ni más ni menos, porque los humanos somos muy simples. Según distintos estudios, lo que más nos motiva de nuestro trabajo no son el salario ni las condiciones laborales, sino es el trabajo en sí mismo. Si tu trabajo te resulta atractivo tendrás ganas de hacerlo y los resultados se multiplicarán. Y si por alguna razón no te entusiasmara (porque para esos obreros, la fábrica no lo hacía), es vital encontrar el motivo que te genere una chispa. En este caso fueron a lo fácil: el deseo tanto de superar a los del otro turno como de autosuperarse y sorprender al gran jefe. Porque todos tenemos un deseo ferviente de demostrar lo buenos que somos. Solo hace falta que nos reten a sacarlo. Bien, ¿y cómo usarlo si no eres un jefe de fábrica con una tiza? La manera es muy similar. No trates de convencer de hacer algo, solo plántale la semilla de la idea y deja que crezca en su interior. Como en la película «El Origen». Por ejemplo: Oye, he pensado que eres el mejor candidato para trasladarse a la sede de Hong Kong durante un mes. Si no quieres lo entenderé, es un puesto muy duro en una ciudad desconocida, yo no sé si sería capaz. Pero quería planteartelo. Puede que el trabajador acepte o que no, pero tendrás más posibilidades y estará más feliz de hacerlo que si le dijeras: oye tú, a Hong Kong. |