Ese tono suave, decoroso, casi conciliador para referirse a una situación que expresada de otra manera, sería muy fuerte y que terminaría en abierta oposición y reproche.
Esa fue la estrategia utilizada este martes 25 de julio, por parte de funcionarios de la Alcaldía de Yopal, durante el desalojo que fue objeto los tres núcleos familiares conformados por los Guayabo.
Al frente de esta patrulla de representantes de la Administración municipal, estaba la corregidora de La Niata, Lucero Chaparro, quien desde el comienzo calificó esta actividad como una evacuación, argumentando que la familia Guayabo se encontraba en riesgo por vivir cerca a la orilla de río Cravo Sur.
Hasta la humilde morada ubicada en el sector del Pajonal, calle octava con carrea 25, en pleno centro de Yopal, llegaron todas la autoridades en conjunto, para sacar del lugar Dina Yined Guayabo Granados, Milena Guayabo Granados y Ana Leidy Guayabo Granados.
Allí los esperaba no solo los afectados con esta determinación, sino también la abogada defensora, Yeyny Ballesteros, la presidenta de la junta de acción comunal del barrio San Martín, Mariela Fernández, su espeso el veedor de las obras de protección del Cravo Sur, ing Alberto Duque y medios de comunicación.
La corregidora llegó acompañada por la Policía, funcionarios de la Secretaría de Infraestructura municipal, la directora de la Oficina Territorial de la Gestión del Riesgo de Yopal, ingeniera Mayerli Mancera, personal del Indev. También se hicieron presentes la Defensoría del Pueblo y Bienestar Familiar que prácticamente cumplió las funciones de un elemento decorativo.
Al final de la jornada esta actividad que se extendió hasta pasado el mediodía, la Administración municipal consiguió sacar de su vivienda a la familia Guayabo. La misma que ocuparon por más de 20 años y que solo hasta ahora las autoridades se dieron cuenta que estaba en riesgo.
Caso sorprendente
En medio de esta situación se presentó un caso inaudito. Propios y extraños no se alcanzan a explicar, cómo el Gobierno local desconoció un fallo de Tutela emanado por la propia Corte Constitucional, donde se ordenó a la Alcaldía reubicar en condiciones dignas a cada uno de los tres hogares, compuestos por la familia Guayabo.
Lo anterior se traduce en una casa para cada núcleo familiar y no un lote con servicios como les propuso la Alcaldía. Opción que no fue aceptada, porque los Guayabo no cuentan con los recursos necesarios para emprender la construcción de las viviendas.
Tampoco consideraron como justo los 350 mil pesos mensuales, ofrecidos como apoyo para el pago de arriendo, mientras se encuentra una solución definitiva a su caso.
Luego de varias horas de discusiones, se procedió en contra de la voluntad de los afectados, sacarlos de la casa. Ese fue el punto más álgido de la jornada.
Las hermanas Guayabo y sus familias trataron de oponer resistencia, pero la Policía en medio de empujones y forcejeos los sacó a la fuerza del inmueble, mientras la concurrencia gritaba y exigían respeto no solo por las hermanas Guayabo, sino por sus hijos menores de edad, para que no fueran atropellados.
Nada valieron las súplicas, ni las propuestas ecléticas hechas por la Defensoría del Pueblo, que pidió contemplar la posibilidad de una mesa de trabajo entre autoridades y los afectados para buscar una solución definitiva. De esta manera llegar por las vías del diálogo a una salida concertada y no a la fuerza como terminó este episodio.
Ni la medida de hecho que hizo Dina Yined Guayabo Granados , quien se encadenó a una de las puertas de la casa. Allí permaneció hasta el epílogo de esta historia, viendo con llanto en los ojos, como los sacaban del lugar que por más de 20 años fue su hogar.
Afuera del predio, junto al río esperaba la maquinaria amarilla, con la que se haría la demolición de la casa. Sin compasión tan pronto como se evacuaron todos los enseres de la familia, se procedió a tumbar el inmueble.
Ya no había marcha atrás. Debían buscar otro lugar para pasar la noche. La Alcaldía les ofreció pagarles un hotel, pero también fue rechazada esta propuesta, porque en el hostal no había lugar para prepararles los alimentos a los niños.
Por el momento una mano caritativa se hizo cargo de ellos por un término de 3 días, a la espera que desde el Gobierno local los reubique.