Colombia

Tragedia en el Río Casanare: Aún resuenan las voces del dolor

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El sol comenzaba a ocultarse tras la extensa sabana cuando la noticia de un naufragio en el río Casanare resonó con fuerza en la comunidad.

La tarde del 7 de octubre, Erinson y su hijo abordaron una lancha de transporte público que los llevaría de Hato Corozal a Puerto Rondón. La embarcación, que transportaba a 15 personas y una carga considerable de sal, zarpó con la promesa de un viaje seguro entre Hato Corozal (Casanare) y Puerto Rondón (Arauca). Sin embargo, el destino tenía otros planes.

A medida que la lancha avanzaba, un repentino giro del destino desató el caos. El pánico se apoderó de los ocupantes de la embarcación, mientras la lancha paulatinamente se hundía, para terminar, perdiéndose en las aguas del Río Casanare.

Doce personas lograron llegar a la orilla, pero para Erinson de 36 años, su hijo Erinson Javier de 5 y Luis Eduardo Camejo de 63 años, la lucha por sobrevivir terminó en tragedia. La alarma se activó cuando los familiares comenzaron a buscar respuestas; tres personas estaban desaparecidas.

El día de la tragedia, lunes 7 de octubre, la Defensa Civil de Hato Corozal recibió la llamada alrededor de las 4:00 p.m. y rápidamente organizó un equipo de rescate. Dos socorristas especializados partieron hacia Puerto Rondón para unirse a las labores de búsqueda. Esa noche, el río guardó silencio sobre el paradero de las víctimas.

El amanecer del 8 de octubre trajo consigo un rayo de esperanza, pero también una carga pesada. A las 7:30 a.m., los cuerpos de los dos adultos fueron encontrados; minutos después, el pequeño Erinson Javier fue localizado sin vida. La tristeza se apoderó del lugar mientras los rescatistas y voluntarios compartían miradas de desconsuelo.

Los cuerpos fueron trasladados al municipio de Paz de Ariporo para ser entregados a sus seres queridos. La noticia se esparció rápidamente, llenando las calles con un eco de luto. La comunidad se unió en un abrazo solidario, recordando las risas y sueños que ahora se habían apagado.

En las redes sociales, una imagen se volvió viral: un retrato de Erinson Tabaco Chavita y su pequeño hijo, Erinson Javier, sonriendo juntos. La alegría de esos rostros contrastaba con la profunda tristeza que invadía a quienes conocían a la familia.

El dolor era palpable; un niño que apenas comenzaba su vida había sido arrebatado por la fuerza del río. Las ilusiones se desvanecieron junto con él, dejando un vacío irremplazable en su familia y amigos.

La tragedia en el río Casanare no solo marcó el final de tres vidas, sino que también encendió una discusión urgente sobre la seguridad en el transporte fluvial.

Las autoridades han iniciado investigaciones para esclarecer las causas del naufragio y mejorar las condiciones que garantizan la seguridad de quienes navegan por estas aguas.