En medio de la imponente cordillera que separa Boyacá y Casanare, una batalla silenciosa contra la naturaleza se libra día y noche. El escenario: el kilómetro 81 de la Transversal del Cusiana, en el sector conocido como Chorro Blanco.
Desde que se declaró la emergencia y se cerró este tramo vital, el Instituto Nacional de Vías (Invías) ha desplegado un ejército de hombres y máquinas. Su misión: domar la montaña y devolver la vida a esta arteria de comunicación.
Los números hablan por sí solos. Quince mil metros cúbicos de tierra y roca han sido removidos hasta ahora. Es como si se hubieran extraído seis piscinas olímpicas llenas de material.
La mayor parte, unos 13.000 m³, provienen de las alturas de la ladera, mientras que el resto se ha extraído de la base, donde se trabaja para ensanchar y mejorar la carretera.
Cuatro terrazas ya han sido esculpidas en la montaña, y la quinta está en proceso. Es un trabajo de precisión que busca crear un paso seguro para los viajeros.
En este frente de trabajo con más de 20 trabajadores dirigen una flota de 13 máquinas pesadas. En las alturas, tres retroexcavadoras y un bulldozer trabajan incansablemente.
Abajo, un cargador, otra retroexcavadora y seis volquetas se afanan en la ampliación de la vía. Y como un centinela solitario, un bulldozer adicional maneja el material extraído en un depósito temporal.
El Invías, consciente de la importancia de esta vía para la región, ha prometido no descansar hasta ver circular nuevamente los vehículos livianos por Chorro Blanco. Es una carrera contra el tiempo, donde cada día cuenta y cada metro ganado a la montaña es una victoria.
Por su parte el alcalde de de Pajarito Boyacá, René Tejedor en diálogo con este medio de comunicación manifestó que “Las obras de la carretera del Cusiana avanzan muy lentamente” Así lo asegura el mandatario , quien aspira que se cumplan las promesas del Invias, que aseguró que en el mes de noviembre se daría paso para todo tipo de vehículos por el trazado de la antigua carretera, que se abandonó para darle paso a los modernos viaductos, que no aguantaron el tránsito, al parecer por las fallas geológicas.